Incertidumbre mundial en una etapa histórica de transición hegemónica  

Por Carlos Pita, exembajador de Uruguay en Chile, Reino de España y Estados Unidos

Resulta en extremo difícil predecir el futuro del orden global. El fin de ciclo de la hegemonía de Estados Unidos, con su mundo unipolar, viene acompañado de reacciones complejas dentro y fuera de él.  Como suele suceder a través de la historia, estos períodos se acompañaron de turbulencias extremas. Algunos de ellos culminaron con conflictos armados parciales o mundiales. 

En el pasado siglo, la caída del imperio británico se acompañó, directa o indirectamente, por dos guerras mundiales. Muchos consideran que ambas fueron capítulos diferentes de una misma confrontación. Estas guerras permitieron a Estados Unidos construir una hegemonía occidental, contestada por la entonces Unión Soviética. La etapa de confrontación de ambas superpotencias, que llegó a poner al mundo al borde de una conflagracion nuclear por la crisis de los misiles en Cuba, terminó a fines de la década de los 80 con la implosión de la Unión Soviética y la posterior caída del Muro de Berlín. A partir de allí, Estados Unidos pasó a ser la superpotencia mundial, sin contestación y con el ejercicio de una hegemonía en paralelo a un proceso de globalización y financiarización de la economía, acompañado de una supremacía militar sin parangón en la historia. China ya había iniciado su apertura a los capitales occidentales, logrando un formidable crecimiento. Este se acompañó de un cambio social y económico, saliendo varios cientos de millones de chinos de la pobreza y constituyéndose rápidamente en un gran consumidor y productor mundial de bienes y servicios.

La Federación Rusa mantuvo su potencial nuclear y logró modernizarlo a pesar de su declive económico, siendo hoy la segunda potencia nuclear. Nos encontramos en pleno proceso acelerado de desarrollo tecnológico en una “cuarta revolución industrial”. China es la economía productiva más fuerte del mundo y está desarrollando su complejo militar-industrial a un ritmo también vertiginoso.  En materia de inteligencia artificial, compite de igual a igual con Estados Unidos, y en varios rubros lleva la delantera. Las transnacionales ocupan un papel determinante en el poder global, en donde los siete gigantes de la tecnología y su primerísimo socio, el complejo militar industrial, desempeñan un papel de liderazgo. Surgen reacciones del “hegemon” decadente, con Donald Trump llevando adelante una guerra comercial con aliados y adversarios, generando un proceso que parece encaminado a una recesión económica. No respeta las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y provoca un desorden mundial donde las instituciones creadas despues de la Segunda Guerra Mundial están severamente debilitadas. 

El mundo se encuentra con tres conflictos armados en desarrollo (en el caso de Gaza, con una masacre del pueblo palestino y arrasamiento de la Franja después del atentado terrorista de Hamas) y con tensiones máximas entre China y Estados Unidos por Taiwán. Europa se encuentra en una crisis sin precedentes, dirigido hacia una aventura armamentista y cada vez más lejos de su aliado principal, dando toda la sensación de un Occidente partido.  La creación de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) llegó en la actualidad a incorporar a muchos países, incluidos Arabia Saudita e Indonesia, este último con 280 millones de habitantes, sumando un enorme porcentaje del PIB mundial y de la población del planeta. Creó un Nuevo Banco de Desarrollo y canaliza inversiones, comercio y transferencias tecnológicas de punta, transformándolo en una plataforma política y económica para el denominado Sur global. 

En este contexto general, las posibilidades de que el desorden mundial devenga en un nuevo orden multipolar son reales. También lo son las grandes porciones de poder del capital transnacional, concentrado en las tecnológicas y en el complejo militar, que se está favoreciendo de esta desgraciada carrera armamentista, beneficiándose de los frentes de guerra reales o potenciales, con el último conflicto desatado entre India y Pakistán (ambas potencias nucleares). Este panorama demuestra la impredecible situación que vivimos y el temor agregado del peligro de una confrontación nuclear, lo que dramatiza aún más la situación del caos reinante.

Los BRICS se han pronunciado a favor de la creación de un nuevo orden multipolar basado en reglas, sin imperialismos ni hegemonías, con una nueva ONU, democratizada, y una OMC moderna y capaz de regular el comercio mundial, abarcando regulaciones a las transnacionales y a la inteligencia artificial. Una organización global que restablezca el objetivo por la paz, el desarme y por la conservación del ambiente. Esta plataforma será discutida en la próxima cumbre a realizarse en Brasil en poco tiempo. Están invitados a participar Colombia, Chile y Uruguay, que no son miembros plenos. Parece abrirse una esperanza de cooperación, diálogo y apuesta a una gobernanza global de contenidos más inclusivos, donde la cooperación sustituya al sometimiento y donde la competencia se desarrolle respetando reglas.